El uso del lenguaje es un procedimiento muy complejo y abstracto que está bien adaptado a un cierto grado de sofisticación, pero que, en un cierto número de circunstancias triviales, puede económicamente ser reemplazado por algunos medios de comunicación más directos, tales como la gesticulación, bien de las manos, o de los hombros, o de la glotis. En este último caso, si el uso de la lengua es concomitante, hablamos de entonación. La ventaja de llamar a la entonación «gesticulación» («gesturing») es que tal término la arrincona automáticamente a la periferia del campo de la lengua. Mas nadie lo aceptará seguramente, a no ser como una metáfora, a la manera de los 'Lautgebärden' ʻgestos fonéticosʼ de una generación precedente de psicolingüistas. Un gesto propiamente dicho puede ir acompañado de ruido, de castañeteo de los dedos, por ejemplo, pero no puede ser puro ruido. Sólo un funcionalista convencido podría aceptar el punto de vista de que un ruido no es primera y principalmente un ruido. (p. 47)
- Martinet (1976), Pag.