[…] en cualquier idioma, el número de funciones diferentes es mucho más pequeño que el de elementos capaces de desempeñarlas; estos elementos, los llamados elementos lexicales, son más informativos y, de acuerdo con elIo, obtienen generalmente tratamiento de preferencia: pueden estar provistos de un acento que les da realce, y sus fonemas iniciales se articulan normalmente con esmero particular a fin de facilitar su temprana identificación en el fluir del discurso. (p. 69)
- Martinet (1976), Pag.

La «función», que está muy de moda en ciertos ambientes, no tiene muy buena acogida en lingüística. La palabra alude, como es natural, a los usos a que se aplican los icliomas y sugiere contactos con el mundo en general, los mismos contactos que hemos tenido que desatender con objeto de conseguir la independencia de la lingüística […] De hecho, todos los «estructuralistas» cuentan con la función de las unidades lingüísticas; en efecto, destacar un rasgo como «distintivo» implica que su función basta para convertirlo en objeto de interés e incluirlo en una clase determinada. Pero el tener conciencia de la suprema importancia de la función en lingüística conducirá normalmente a un mayor respeto hacia: la realidad. Y lo que aquí se entien. de por «realidad», no es cualquier rasgo físico o semántico que puede casualmente aislarse, sino aquella realidad lingüística que es reconocida como tal por pertenecer a un idioma dado, donde desempeña una función determinada. La función proporciona al lingüista una escala de valores que resistirá victoriosamente cualquier intento de los teóricos por someter los hechos a las exigencias de un método. La función puede ayudar a cruzar la sima abierta entre los llamados grupos progresivos y los tradicionales. Ella puede provocar contactos que disipanán, de un lado, la creencia de que sólo la inercia y los intereses creados impiden que nuestros impugnadores descubran la verdad, de otre, la convicción de que las nuevas tendencias son incompatibles con la observación cuidadosa y el respeto a los hechos. (pp. 15-16)
- Martinet (1976), Pag.