Como la entonación es producto de las cuerdas vocales y como las cuerdas vocales san 'par excellence' los órganos del habla, la entonación no puede ser otra cosa que lengua. Esta afirmación parece ser puro sentido común, y aunque yo, por mi parte, estoy convencido de su falacia, no eliminaré la entonación de la lingüística. Podemos conseguir que desempeñe un papel semejante al de los monemas, en tan estrecha cooperación con los más centrales y abstractos instrumentos lingüísticos que toda descripción lingüística presentaría amplias lagunas si se omitiera toda referencia a la entonación. En realidad, no puede lograrse ninguna claridad en nuestra disciplina sin establecer alguna especie de jerarquía funcional. Debemos declarar, sin duda, que algunos rasgos o aspectos del discurso 'no' son lingüísticos: esto se dirá, por ejemplo, de la elevación inicial de una curva melódica del discurso; esta elevación es debida al hecho de que la glotis, partiendo de un estado de reposo, deberá alcanzar cierto grado de tensión y de que el que habla no espera, en generaI, basta que este grado se alcance. (pp. 47- 48)
- Martinet (1976)

Debemos, pues, llamar entonación aquello que queda de la curva melódica del discorso después de eliminados todos los rasgos tonales y acentuales, y, como hall señalado acertadamente muchos estudiosos, casi todo cuanto hay de más interesante en la entonación se concentra bacia los contornos finales de la curva. Es ya cosa corriente analizar estos contornos con referencia a tres o cuatro niveles. (pp. 55 – 56)
- Martinet (1976)