[…] la actividad humana en generaI y la actividad lingüística en particular suelen tener un fin en sí mismas y ser un juego. La charla, las más de las veces, contribuye muy poco a la información; muchos charlan porque les gusta, no porque tengan nada que comunicar. Pero esto no impide que la evolución lingüística esté determinada por el principio del menar esfuer¬zo La charla es, con frecuencia, sólo un juego, pero un juego sólo vale la pena si el que juega se atiene a las reglas. Engañar tiene senti do únicamente si el juego deja de ser fin en sí mismo y no hay razón para que los parlanchines tengan que engañar en el juego de la charla. Las reglas del juego del habla han sido establecidas por sus usos comunicativos. (p. 182)
- Martinet (1976)