La convergencia lingüística es universal. Igual que la caridad, aquella comienza en casa e, igual que la caridad, se extiende a toda la humanidad; tiene lugar lo mismo entre quienes sienten que pertenecen a la misma lengua y grupo social y creen que hablan exactamente igual, como entre el recién llegado a un distrito suburbano y sus antiguos moradores; pero tiene lugar también entre los pescadores rusos y noruegos que se establecen por casualidad en los mismos parajes a lo largo de las costas árticas, lo que da por resultado el desarrollo de una nueva forma de hablar. Por otra parte, convergencia engendrará inevitablemente divergencia; así, el recién llegado que adapta su habla a la predominante en su nuevo ambiente se desviará, por lo mismo, de lo que ha sido su juego de hábitos lingüísticos tanto más y con tanta más rapidez cuanto menos se opongan las diferencias lingüísticas originarias, entre las dos partes, a la comunicación oral inmediata. (pp. 140-141)
- Martinet (1976)

Cuando nos tropezamos con dos lenguas que ofrecen Sorprendentes semejanzas y que, por razones sólidas, no las creemos genéticamente relacionadas, nos inclinamos a suponer un proceso de convergencia determinado o bien a causa de contactos prolongados entre Ias dos comunidades o de algún substrato común […] Sin embargo, se supone con frecuencia que la convergencia no producirá probablemente más que parecidos puramente externos, tales los que resultan de la imitación directa de algunos sonidos o del préstamo de elementos léxicos o de hechos gramaticales sueltos, los cuales como no están soldados a radicales, san los más fáciles de aislar y trasladar de una lengua a otra. Hay algo de verdad en eso, pero soy de la opinión de que no hay limitación respecto a la extensión en la que dos lenguas pueden converger. La convergencia se manifestará en lo accesorio antes de presentarse en lo fundamental. Por tanto, si la semejanza se encuentra excIusivamente en los núcIeos estructurales de las dos lenguns, podemos vernos inducidos, si la relación genética esta excIuida, a rechazar como explicación válida la convergencia que resulta de los contactos. (pp. 99-100)
- Martinet (1976)